El privilegio de confiar.

En ocasiones vivimos situaciones que nos hacen cuestionarlo todo. Nos preguntamos: ¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? ¿Por qué tenía que pasar de esta manera?

Es normal sentir incertidumbre, pero muchas veces olvidamos algo esencial: el privilegio de confiar. Confiar en que cada cosa que sucede en nuestra vida tiene un propósito, una enseñanza y una razón más profunda de lo que vemos en el momento. Confiar en que el camino, aunque a veces duela o se sienta confuso, siempre nos guía hacia crecimiento, aprendizaje y hacia una versión más fuerte y consciente de nosotros mismos.

Confiar es dejar de pelear con la realidad y aprender a caminar con la seguridad de que todo pasa por algo… y que la mayoría de las veces, pasa para algo mejor.

No es resignación, no es rendirse. La mejor analogía es esta: Confiar es flotar en el agua sabiendo que no te vas a hundir. Es entender que el mar y la vida siempre te llevarán a la orilla correcta, incluso cuando no ves tierra firme todavía.

La fe es una parte importante de esta ecuación, pero la confianza en ti misma lo es aún más: confiar en tu capacidad, en lo que eres, en lo que puedes crear y en lo que el universo está preparando para ti. Confiar es abrir espacio para recibir lo bueno que viene, incluso antes de que llegue.

Porque cuando crees en ti y en el proceso, la vida se convierte en un viaje más ligero, más claro y más lleno de propósito.